Hay algo a lo que no acabo de acostumbrarme. Me refiero en  este transitorio papel de representante sindical por CGT. Resulta vertiginoso  lo fácil que podemos acostumbrarnos a casi todo lo que nos rodea, por muy mal  que esto huela. Incluso llegamos a acostumbrarnos a aquellos que hacen posible,  con su presencia, este hedor. Dígase un director de recursos humanos, un  presidente del intercentros o un cebollino –o era nabo (de tubérculo)-. El caso  es que uno se acostumbra a casi todo, pero no a todo. Yo en mi caso, no he sido  capaz de acostumbrarme a esa frase hecha referida a los sindicatos: “todos  son iguales”.  Perdona. Un carajo  todos somos iguales. De la C de cegeté a la U de ugeté –quiero decir a la U de “ugeteandcomisionesobreras”- hay un largo  trecho. El trecho que hace que tus propuestas no se voten en el comité  intercentros, ni se recojan en acta para que los trabajadores no la lean y  ellos no queden mal; el trecho que hace que te sientes en una mesa negociadora  con la empresa y tengas la certeza profunda de que está todo pactado de  antemano –el pescao vendio-; el trecho hace que te mande el jefe de personal de  turno al mismísimo carajo porque no quiere poner lo que dijo la CGT en el acta;  el trecho de que el director general mande a sus súbditos cerrar filas sobre  nosotros, y se niegue a recibirnos, eludiendo su propia responsabilidad (aunque  hayamos pedido una cita para tratar el espinoso asunto de los acosos y demás  pajas…). O el peor de todos, el trecho que hace que se regodee el “masca” de  los recursos humanos, de que por mucha mina que enarbolen los “compañeros”  sindicalistas del momento con su mayoría, siempre se les puede chuchear. Y esto  te lo suelta mientras, de manera onomatopéyica y gesticulando con la mano, te  hace con la boca el sonido del reclamo cuando se llama a un perro. Por no decir  a un puto perro. No compañero, ni por asomo… todos iguales. Esta es una empresa  que se presta a todo tipo de  ligerezas  orales...  Incluida esta frase hecha. Cuando  alguien me la suelta pienso si habla para escucharse o está pensando lo que  dice. Cuando oigo esta sofocante alocución, siempre ataco de la misma manera,  con una pregunta que la mayoría de las veces encuentra como respuesta un  compendioso “no sé”. ¿Sabes tú que representación tiene CGT en esta empresa?  –“No sé-. Pues vete a aporrear la puerta de quién toque, colega. 
                       Imagino que esto lo dará el  trabajo fisno que realizamos en esta empresa. Quiero pensar que si  estuviéramos en la zanja de barro algo más nos preocuparía el panorama sindical  que padecemos, e incluso –aunque solo fuera por quitarnos un ratito del tajo-  iríamos a votar. No nos equivoquemos. Aquí no todos somos iguales. Los hay que  cobran mucho más dinero haciendo lo mismo, o menos, que tú (mileurista plus)  –incluso estando liberado hace más de 18 años-. Y los hay, que en nombre de la  clase obrera, leen a León Felipe y de vez en cuando –muy de vez en cuando- se  dejan ver vestidos a lo Miami Beach por un intercentros en el que toca darles  caña a la CGT, o por algún juicio de impugnación de convenio… 
                       Así que os pediría reconsiderarais  la frase hecha: “todos somos iguales”  y  la cambiásemos por la de: “TENEMOS LOS SINDICATOS QUE NOS MERECEMOS”. Y el que  se quiera querellar que vaya y se querelle con su puta madre.
                        The Wanted.