Cuando  acudí a matricular al mayor de mis hijos en un colegio público, alguien me  preguntó si quería que éste asistiera a  clase de religión. Respondí que no, y entonces me informaron que el niño sería  sacado del aula al pasillo cuando tuviera lugar dicha clase de religión. Aun  sin comprender que se impartieran estas clases a niños de tres años, manifesté  mis respetos a que tuvieran lugar para aquellos alumnos o padres interesados,  pero expresé mi oposición a que se marginara de tal modo al resto de los  alumnos. Seguro que habría un lugar y hora adecuados para dichas clases.  Algunos padres presentes en la secretaría del colegio, comentaron entonces que  ellos no querían que sus hijos dieran religión, pero que los habían apuntado  sólo para que no los discriminaran sacándolos a la calle. Comprendí que la idea  de Dios existe en el hombre y que el temor al todopoderoso está presente  incluso en otros muchos que dudan de su existencia. 
                       En la  delegación donde trabajo, por una mala gestión en los turnos y en la  distribución de tareas, algunos compañeros vieron afectadas su salud física y  la propia estima profesional; nadie escuchó sus plegarias resultó que no todos  éramos iguales a los ojos de Dios. En los últimos meses estos compañeros fueron  manifestando su decisión de trabajar en exclusiva para la empresa a la que  pertenecen, fuese la radio o la televisión, si bien la mayoría de los que  dieron tal paso pertenecen a la televisión. Fueron tachados de vagos e  insolidarios. Para el mes de febrero aparecieron cuadrantes separados para las  redacciones de radio y televisión, muchos pensaron en el milagro, pero Dios  premia a los buenos y castiga a los malos. Despiertan del sueño cada día cuando  ven que para realizar su trabajo son suplantados por trabajadores de otra  empresa. Ahora se preguntan si nadie le habló a Dios de la dignidad humana  cuando éste realizó su master en dirección de empresas, pero Dios sigue campando  por ahí con sus promesas de contratos o vida eternos, y todavía hay muchos que  le creen. Para mantenerse en la poltrona de su existencia, Dios ha llevado al  hombre a cometer atrocidades contra el hombre, de un plumazo se pueden  aniquilar pueblos, razas, colectivos, y claro, hasta categorías profesionales.  Y todo con una sonrisa, si además de gustarte, tienes a Dios de tu parte.
                            Alfonso Balao.
                      Delegado de Personal CGT-RTVA Córdoba.