
                      Sitúese la escena en  cualquier lugar del sur, a modo de reunión improvisada o preparada, en este  mismo momento.
                       Los protagonistas:  Fulanita (F), muchos años ya en la ‘casa’, en fraude de ley, en activo;  Menganito (M), menos de un año de trabajo esporádico en la misma ‘casa’, ahora  a la espera de contrato; y Zutanita (Z), compañera de estudios de los dos  anteriores, sin relación alguna con la ‘casa’, aunque bien le gustaría.
                       Cualquier semejanza  con hechos o personajes reales no es pura coincidencia.
                       F: Cuánto tiempo. No  nos vemos desde las oposiciones. Por cierto, ¿habéis pasado el corte?
                       M: Ni yo, ni  prácticamente nadie que conozca. Menuda tomadura de pelo: las preguntitas sin  relación con el temario, el parón del  proceso, que si quito las preguntas que a mi me parecen, y al final van a  publicar los resultados. Un diez por ciento de aprobados.
                       F: Yo me he quedado a  las puertas.
                       Z: Pues yo tampoco he  sacado el boleto premiado. Y me presenté para ver si podía entrar en la bolsa  de trabajo, meter la cabeza.
                       F y M se miran y  sonríen, ante la mirada un poco cabreada de Z. Es M quien rompe el silencio.
                       M: Ay, la bolsa.  Mira, yo estoy en una desde el año catapún, pero no me han llamado hasta hace  nada. Me quedé de piedra. Y me puedo considerar afortunado, claro. Después de  años de trabajar en productoras cobrando un tercio del sueldo de aquí, y con  unas condiciones que no tienen nada que ver... eso sí, tienes que tragar con  muchas cosas. 
                       Z: Ya he oído lo del  enchufismo, que no respetan los puestos de la bolsa, y lo del fraude de ley.
                       F: Dímelo a mí. Me he  quedado fuera del último pacto para hacer fijos a dedo por un mes y diez días.  Y ahora me tengo que jugar mi puesto en un concurso oposición libre donde no he  pasado el corte.
                       M: Peor lo tengo yo.  A ti no te falta el trabajo. A mí se me acabó el último contratillo y estoy a  la espera de una llamada de recursos humanos. Pero está la cosa muy mal, hay  bajas que no se cubren, horas que por convenio también deberían cubrirse y no  lo están haciendo. Nadie te dice nada, que si la crisis, que si el cambio de  dirección. Pero hay gente a la que estas circunstancias no le afectan, aunque  estén por debajo en bolsa. O simplemente no estén en bolsa. Entran y punto.
                       F: Aquí la  contratación tiene sus propias reglas de juego. Unas veces, la bolsa está  regulada; otras, no. Lo peor es que se ha convertido en una bola tan grande...  ahora andan diciendo que van a pegar las bolsas nuevas que salgan de las  oposiciones a las antiguas. La gente se ha quedado más tranquila y ya no hay  indignación con el tema de las oposiciones.
                       Z: Menos mal que es  una empresa pública. Pero al menos podéis denunciar, digo yo.
                       F: Algunos lo hacen,  pero gana el miedo.
                       M: Y más miedo. y más  competencia que va a haber. El nuevo director general acaba de anunciar que  aumentará la producción propia y en la parrilla de primavera y reducirá en un  diez por ciento el coste de los programas. Adivinad cómo: gracias a un acuerdo  con las productoras que ya está vigente. Ese es el nuevo estilo que ya está  haciendo efecto: no nos llaman para cubrir bajas, ni horas, ni nada. Y los  nuevos programas los hacen fuera. Y a eso lo llaman aumentar la producción  propia.
                       Los tres suspiran. Si  yo fuera fijo...
                                              Tres  Erantres.