A nadie se le escapa que, en una televisión, pública o  privada, promocionar la programación y “venderla” al espectador, es tarea de  “los de promos”. Pero “los de promos” y ahí sí que hay diferencias, dependiendo  de la televisión pueden ser un departamento de 10, de 20 o de 50 personas, con  mejores o peores herramientas, con mayores o menores recursos, con más o menos  opciones y presupuestos… Esto es algo que, casi siempre, va en relación  proporcional al éxito de la cadena y al prestigio de la misma; en cualquier  caso, mientras se respeten unos mínimos de recursos tanto técnicos como humanos  y se cumplan las expectativas de la cadena no pasa nada pero, ¿y cuándo ni  siquiera esto ocurre? Entonces es cuando lo de “hacer una promo” pasa a ser  “jugar a hacer promos” y eso es lo que comienza a ser rutina en nuestro canal,  y digo lo de “rutina” con todas sus connotaciones pues esta palabra es la más  antagónica al buen hacer de una promoción.
                       Las reglas de “jugar a hacer promos” suelen ser las  antirreglas de “hacer promos” y espero que definirlas y reunirlas no ofenda a  nadie sino que sirvan para que todos los que formamos parte de esta empresa  reflexionemos a partir de esta crítica que hacemos de manera constructiva.
                                                  Primera regla: El trabajo de promociones requiere de herramientas y recursos,  técnicos y humanos acordes con las expectativas demandadas para lo que, en una  televisión, se entienda por “promoción de calidad”.
                                                  Primera  antirregla: Contar con herramientas  desfasadas y falta de acuerdo para adquirir el software necesario para hacer el  trabajo demandado por la dirección creativa de la cadena. 
                       Analizar  por qué no tenemos las herramientas necesarias, después de un año de búsqueda  nos llevaría mucho tiempo, pero básicamente, lo ocurrido hasta la fecha se  resume en los siguientes puntos: 
                      
                        - Tras las demostraciones que se hicieron de Smoke,  Mistika y Avid DS, se eliminan las 2 primeras; una por precio, otra, por no  cumplir con las necesidades demandadas.
                          
                         
                        - Por descarte, y por ser AVID, la opción DS se hace  la más fuerte. Se pide a AVID una demo en mayor profundidad, la cual sirvió  para abrirnos los ojos. Básicamente era lo mismo que teníamos. Las mejoras no  compensaban la inversión económica que requería.
                          
                         
                        - Smoke se vuelve a posicionar como la mejor opción  pero, al no entrar en presupuesto, se decide que nos quedemos con Mistika, que  a ninguno de los operadores convence pero la voz de éstos no sirve de mucho, y  a las pruebas me remito. 
 
                      
                      Después de demos, más demos, pruebas y más pruebas,  se propone una opción ajustada a las expectativas tanto operativas como  económicas: After Effect con plugins adicionales, programa de seguimiento del  movimiento (traking) y actualización del AVID Media Composser.
                       La negativa a esta propuesta es el posible conflicto  que podría suponer con el departamento de gráficos, ya que After Effect es su  herramienta de trabajo. Debo ser un poco necio y no alcanzar a ver cuál es el  posible problema pues, si no me equivoco, una herramienta puede usarse de forma  muy diferente o atacarse para tareas muy dispares sin que por ello causen  suplantaciones en las tareas de unos y otros. Es como si los redactores no  pudiesen usar el Word para escribir el guión de una noticia porque los de RRHH  lo usan para redactar los contratos. Definitivamente, se me escapa algo.
                       La opción de actualizar Media Composser también se ha  rechazado pues, al parecer, es muy costoso cambiar 8 ordenadores de más de 3  años por 8 actuales que soporten un procesador de 4 núcleos. Así que, un año  después nos quedamos con lo que teníamos hasta no se sabe cuándo.
                                                  Segunda  regla: El trabajo de promociones,  como trabajo audiovisual que es, requiere de unos tiempos mínimos para las  fases de un trabajo que vincula creación, publicidad y tendencias del arte  visual.
                                                  Segunda  antirregla: El trabajo de promociones  se realizará en el mínimo tiempo posible por lo que aquellos que terminen su  trabajo rápidamente tendrán más promos y los que tarden más tendrán menos.
                       Contar con los tiempos mínimos necesarios para  realizar un guión, visionar las imágenes posibles, seleccionar las músicas,  grabar el off, montar, volver a ajustar si es preciso, posproducir… es algo  que, en una televisión pública, no tendría ni por qué tener que solicitarse  pero, en nuestra televisión, la norma es que nos saltamos las fases cada vez más  y reducimos al mínimo los tiempos empleados para hacer un trabajo que empieza a  hacerse de forma monótona y estandarizada.
                       Además, las promociones se adjudican en función de  los tiempos de ejecución del equipo disponible en vez de los tiempos requeridos  según la envergadura o dificultad de la promo en cuestión. 
                      Tercera  regla: Todos los que componen un  equipo de trabajo tienen que conocer los objetivos y directrices de la empresa  o área directiva para la que realicen su trabajo. Cualquier cambio en las líneas  de trabajo, estrategias y objetivos de la cadena, deben ser transmitidos de  forma eficaz para que, en ningún caso, afecten a la productividad de los  equipos de trabajo.
                                                  Tercera  antirregla: Los criterios de trabajo  y las directrices cambian constantemente, se desconocen los objetivos y el  trabajo se realiza a ciegas y a la espera de aprobación.
                       Como  si trabajásemos para un cliente anónimo, las promos se realizan, en su mayoría,  sin conocer qué se pretende conseguir o qué estilo quiere darse. Lo que el  realizador propone, cada vez más, no tiene nada que ver con lo que la dirección  espera por lo que el trabajo se realiza a la espera de aprobación. Se han  llegado a hacer 7 versiones de una misma promo con diferentes músicas para  que dirección elija una. Un ejemplo más de  la falta de conocimiento de la dirección a seguir: plantearse si un banner debe  ser más grande o más pequeño, con fondo blanco o negro, con sombra o sin  sombra… y todo ello, con dirección en continuidad para dar su aprobación final.  A veces son temas más objetivos y a veces más subjetivos pero, por encima de  todo, es más que urgente la adopción de un criterio único y eficaz para que  todos puedan realizar su trabajo de forma más eficaz y efectiva. 
                      Cuarta  regla: Todo producto audiovisual debe  responder a unos estándares de calidad. Esta sólo puede excusarse en aquellos  casos en los que la información transmitida sea más importante que el soporte.  En el caso de promociones, nada puede justificar una falta de cumplimiento de  estos estándares de calidad.
                                                  Cuarta  antirregla: Si una promo no cumple  con los mínimos de calidad, pero no tenemos tiempo o no está previsto  repetirla, se emite y no pasa nada.
                       Sin razón que lo justifique, el pasado 30 de  septiembre se emitía el resumen de la serie “Padre Medina”. Dos minutos en los  que, como un muestrario de fallos, encontrábamos soplos, volúmenes  desajustasdos, ecualizaciones imposibles, fallos de gamma… etalonaje invisible…  parecía que nos lo hubiese enviado la competencia, vaya.
                       Es  inconcebible que se emitan promos y presentaciones con un resultado de peor  calidad que las prácticas de un estudiante de primero que, seguro, pone más  atención a lo que hace.
                       Pero todas estas antirreglas, además de hacernos  perder calidad, están contribuyendo a una pérdida de confianza en el trabajo y  en por qué estamos aquí. Trabajar en una televisión pública no es sólo tener un  puesto de trabajo más o menos seguro y tener más o menos comodidades; es  también una responsabilidad, y lo mínimo que 
podemos hacer es emplear nuestro  tiempo y esfuerzo en realizar un trabajo que la sociedad merece puesto que por  ello paga cada uno de los euros que completan nuestra nómina. 
                       Si el trabajo de promociones es el  escaparate de la televisión, habrá que mostrar lo mejor que hay en la tienda,  de forma sugerente y atractiva pero si el escaparate no tiene un cristal amplio  y limpio… de nada servirán los cursos de escaparatismo. 
                      Promoñíguez