-----Acceso usuarios

MENÚ
 
 

Portada
La CGT opina:
Que viene el ere...

Consejo de Administración:
Uno pa ti, otro pa mi

Romancero de San Telmo
¡La reCOCOlocación!:
¿Un convenio para todos?
Hipótesis de un/a jodido/a
Recuerdos sin memoria
Oposiciones:
1X2... y Vicente Sánchez
El CeGaTo catódico
Alea Iacta Est

¡¡¡Vuelva usted más tarde,
que estamos estudiando!!!

Crónicas de un plebeyo (I)
H.P.P.
(Hijo de Puta Peligroso)

Clasificados
Carta abierta a todos los
partícipes del Plan de
Pensiones RTVA

Coge el dienero y corre...
¡¡¡Ultima(s) hora(s)
desde Córdoba!!!

Peña cultural recreativa:
"Amigos de Salazar"

Unos si, otros no
Andalucía, la primera
Transparente como un
coco
Contraportada:
20 años CSR

 

Si lo prefieres en formato PDF pulsa aquí (7,1 Mb)

 

Para poder visualizar los archivos PDF necesitarás Adobe Reader o similar. Pincha sobre la imágen si lo necesitas.


 

 
Principal | Mapa Web | Números anteriores|Contactar con el KanAlillo
El KanAlillo y CGT-RTVA no se hacen responsables de las opiniones vertidas en esta revista que son propiedad de sus autores.
Se autoriza la reproducción total o parcial de El KanAlillo, siempre que se cite a esta revista como fuente.
 

Son tiempos de oscurantismo los que ahora acontecen...

Oigo venir los caballos, ya suenan los añafiles presagiando la batalla. Vendrá la guerra tan anunciada, las Guerras Opositorias, contra el estigma y los canallas.

Se paran todos ante mí, acompañando al pregonero, que agotado y con mal gesto, anuncia lo que ya se esperaba:

- "Para poder seguir trabajando en las tierras del señor, deben ir a la guerra y demostrar así su valía, con gallardía y con honor."

Una batalla anunciada para el undécimo mes del año del señor, a la que tendré que ir sin caballo, ni escudo, ni armas, puesto que no las merezco por mi condición. Un infame plebeyo y sin casta, pero no me falta razón.

Después de tantos años, y ahora obligado a demostrar mi valía. Y es que pretenden deshacerse de unos cuantos como yo, y aprovecharnos para hacer bulto en medio de una batalla. Presumir del gran número de combatientes y alegrar así al Conde-Duque de San Telmo, que al fin y al cabo es el que más manda.

Lo que luego ocurra allí, será lo de menos. Importará el número de combatientes, no las bajas.

A los que sobrevivan, les prometen tantas ganancias como para comprar una posición en la nobleza, y pertenecer así, a su noble y deseado Estamento estamentado.

Como si yo quisiera pertenecer a esa estirpe de vasallos y lameculos, que se pasan el día presumiendo de su "heráldica razón" para no contar las horas. Porque para ello, ya tienen a sus siervos y escuderos, que adiestran entre los nuevos que llegan a sus tierras, tímidos e ingenuos, huyendo desesperados del "Parum generis" y de las "Terras Privatas".

Para seguir viviendo en estas tierras, solo tienes esa alternativa. Luchar, y volver con suficientes ganancias, como para poder salir del barro y la miseria. Luego, será cuestión de sobrevivir entre tanto licencioso y fanfarrón acreditado.

Me dan pena estos viles bellacos, que antes eran como yo, simples plebeyos desarmados, y ahora se creen importantes con su reluciente escudo nobiliario. Regalo del Duque de SanAlzar, y con la honrosa bendición de los Cardenales y Obispos del santo "Clero Ofuscado". Quienes portan en sus hábitos un extraño escudo aterrador, cuyas letras son: CCOO, y que a todos hacen arrodillar para que besen el pedrusco de sus anillos.

Aun lo recuerdo como si fuera ayer. Fueron tiempos difíciles, donde todos se mordían como salvajes, entre los puercos en el estiércol. Todo por conseguir uno de los trescientos Títulos Nobiliarios que se iban a otorgar.

Pero muchos otros, como yo, sabíamos que ya tenían nombre de antemano, ya estaban asignados. Solo que estos pobres desalmados no lo sabían, y los Señores tenían ganas de ver como se arrastraban y se mordían en las porquerizas, para saciar así su sed de sangría.

Conozco más de una posadera, que perdió sus vergüenzas por salir de la miseria. Ahora las veo por ahí, tan orgullosas y altaneras por su nueva vida social, cortesanas sin decencia.

Tan serviles a su amo, que no dudan en vender hasta su propia alma por vivir en Palacio.

Todo fue Decretado en el acto, firmado y sellado en la denominada "Adicionali Secundorum".

Provocando el descontento de muchos hidalgos, que en su día lucharon en las más gloriosas batallas, para obtener así su privilegiada condición. Y no fue menos el enfado de tantos, que como yo, nos vimos vilipendiados por ese fraudulento Tratado, que nos puede desterrar a todos y dejarnos condenados.

Quizás pueda sobrevivir y volver del fragor de la batalla. O quizás vuelva para ser quemado en la hoguera más pagana.

Espero que algún día, en los siglos venideros, puedan ser más libres los que ahora son plebeyos.

El plebeyo de la bahía

.