Iba yo pensando, bajando así las escaleras, vaya  tela tienen los Jefes endiñando con soberbia.
                       Y es que no hay nada mejor pa pegarse al sillón,  que atiborrarse de hipocresía con más de media ración.
                       Un cuarto de caradura y por lo menos tres de  sinrazón, uno más de falserío y lo demás: Contradicción.
                       Y yo que todavía conservo mi decencia, mi trocito  de libertad, incluso hasta una mijita de coherencia que hoy día no está mal. 
                       Pero mire usted por donde, se me ha vuelto a  enfermar la chiquilla más graciosa que sonrojaba sin parar.
                       Creo bien, si no recuerdo mal, si mi memoria no me  falla como a los Jefes al hablar, que van dos veces, casi ná.
                       La primera ni macuerdo, la memoria está fatá, debió  ser cuando joven, rebeldía de la edad.
                       La segunda es ahora, hora ya de descansar, que de  tanto sinvengüenza se ma vuelto a asustar.
                       Así que le doy una baja, baja por enfermedad. Y  aquí estoy sin vergüenza, en esta puerca Sociedad.
                       No es lugar ni sitio para ella y el sinvergüenza me  ha salío, que ahora vive en plenitud, gracias al "compañerismo" (por  los cojones) que tienes tú.
                       Y me dice ahora un Jefe, "oye tú chavá, ¿donde  vas con esas formas, tu Vergüenza dónde está?."
                       Ahora está de baja..., de baja laboral, la enfermaron  tus secuaces cuando me vinieron a largar.
                      
                       O no recuerda tu memoria, o tu memoria no sabe  recordar, que cuando nombrásteis a los 300, el porculo que iban a dar.
                       Po así é, director de suciedad, no tengo vergüenza,  vaya indignidad.
                       No entiendo de formas, ni cumplidos, ni agacharme,  ni besitos, no tengo callos en las rodillas, ni el culito a rodajás. Pero tengo  una cosa que tu jamás podrás tocar, la decencia del que vive abrazao a la  verdad.
                       Y ahora te pregunto yo, ¿dónde está la tuya peazo  de director?, pa llevarte tantos años ahí pegáo al sillón.
                       Mangando contratos a unos, dándoselos a otros y  dedicándote con finura al buen arte de manipular.
                       Mi vergüenza está de baja, de baja laboral; la tuya  la vendiste por una silla, sin dignidad.
                                                                    El inquilino de la escalera.